En ocasiones veo eventos

Las emociones son las encargadas de transformar acontecimientos triviales en recuerdos intensos. Esa transformación es el deseo de todo organizador de eventos o de la entidad que pone su sello a la fiesta.

Por eso, llevamos años en el sector insistiendo en LA EXPERIENCIA, la que se vive, la que está compuesta de emociones. Tanto hemos insistido que la hemos desdivinizado.

Aun así, la emoción sigue teniendo todo el poderío. Es la que aumenta nuestra capacidad para recordar. Y, este, el recuerdo, es otra de las medallitas por las que se pelea en la organización de un evento. Algo hemos hecho mal si nadie va a recordarnos.

Está demostrado que nuestra memoria no sólo es útil para recordar lo vivido en el pasado, sino también para guiarnos en las decisiones futuras, que bien podría ser la elección de una marca frente a otra después de haber asistido a un evento.

La emoción nos ayuda a recordar la información pertinente para determinar nuestras elecciones. Pero, una vez más, si no hay emoción, no habrá recuerdo y si no hay recuerdo, sí habrá decisión, pero una decisión en la que no habremos intervenido. Y, ¿qué gracia tiene eso…?

Hay algo complicado en todo esto y es el encuentro del equilibrio entre lo intelectual y lo emocional. Tenemos este conflicto incluso mientras redactamos este post: ¿se puede hablar de las estrategias del evento y a la vez de emociones?

Nos vamos a lanzar con un SÍ, un sí al que llegamos pensando que organizar algo emocionante y, además, organizarlo con emoción, no significa dejar nada al azar, ni mucho menos.

Más bien se trata de tener el evento tan atado que te puedas permitir desatar alguna cuerda por donde escapen las emociones a flor de piel, o a flor de labio, como dijo Cyrano de Bergerac.

Aunque, hay veces que son los clientes los que coartan las emociones o el aporte de inteligencia emocional al evento. O quizá seamos nosotros que hayamos gastado toda la que teníamos en comprenderles y ya no nos haya quedado para el evento… Todo puede ser!

Igualmente, si hubiera que elegir entre la inteligencia emocional y la intelectual, nosotros nos quedamos con las emociones.Aquí, el que no siente, no vive y el que no vive, no organiza eventos.